Fuente: www.abc.com
Begoña Castiella
Las nuevas
tecnologías y los estudios de especialistas en arqueología submarina recogen
cada vez mas información sobre los naufragios de la Antigüedad y la vida de
siglos pasados. Lo demuestra el naufragio romano denominado de Fiskardo, con su
cargamento de 6.000 ánforas que se conservan en buen
estado.
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Ánforas descubiertas en el naufragio |
El
profesor Yorgos Ferendinos, consejero científico del Laboratorio de Geología
Marina y Oceanografía Física de la Universidad de Patras (Grecia) acaba de
publicar en la revista británica de arqueología científica, el Journal of
Archeological Science, importante información sobre dicho naufragio, el de una
nave de más de 33 metros de la época romana. A este naufragio
se le conoce como de Fiskardo, al encontrarse cerca del puerto
de la ciudad del mismo nombre en la isla de Cefalonia, en el Mar
Jónico.
Precisamente
ha sido a poca distancia de la ciudad actual dónde se han descubierto ahora una
serie de casas, un conjunto de baños públicos, un
teatro y un cementerio, que los expertos sitúan entre 146 a.C.
y 330 d.C. y confirman que se trataba de una escala importante
en las rutas comerciales marítimas romanas.
Cargamento de seis mil ánforas
La
embarcación pudo estudiarse utilizando el sonar e imágenes del fondo
marino y se espera que en estudios futuros se encuentre, además del cargamento
(que se encuentra a más de un metro del fondo) restos de la propia
embarcación. «El cargamento está semienterrado en el sedimento, por lo
que tenemos grandes expectativas de que si lo investigamos en el futuro,
encontraremos parte o todo el casco de madera», afirma el profesor Ferendinos.
Por ahora
no se conoce si se mantendrá este naufragio en su lugar y cuando se estudiará,
pero el tipo de ánforas obtenido en las imágenes obtenidas
solían transportar aceitunas, vino, aceite y distintos tipos
de cereales. También se conoce que la mayoría de los barcos
que transportaban mercancías entre el I siglo a.C. y el I d.C. tenían
recorridos con frecuentes paradas en puertos del Mediterráneo, dirigiéndose
frecuentemente al puerto de Ostia, a 35 kilómetros de Roma en
la desembocadura del río Tíber. Los clientes pagaban el tramo de transporte que
necesitaban y se trataba en general de viajes de varios meses.
El caso de las estatuas de Cicerón
El
naufragio más conocido de la época romana en aguas griegas es el de Anticitera,
la isla del Mar Egeo mas cercana al barco hundido. Descubierto en 1900, fue el
capitán Jacques Yves Cousteau y su equipo quienes rescataron en 1976 casi
300 objetos: estatuas de bronce y mármol, joyas de oro, objetos de cerámica,
monedas de plata y bronce etc.
Entre lo
rescatado, un objeto, conocido como el Mecanismo de Anticitera, que tras ser
estudiado en detalle podría ser la primera computadora del mundo
(calculaba posiciones astronómicas, equinoccios, fases lunares y eclipses, los
juegos olímpicos y otras operaciones) y muchas estatuas. Todo
ello se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas
y los expertos siguen investigando el naufragio.
Se
considera que algunas de las muchas estatuas del naufragio pudieron ser
encargadas por Cicerón en marzo del año 67 a.C. Lo sabemos
porque el orador y político, que era persona pudiente, encargó en una carta a
su agente Titus Pomponius Atticus el que le consiguiera estatuas de los
talleres de la ciudad griega de Megara, hermas (pilares cuadrados con un busto
encima, generalmente del dios Hermes, que se utilizaban para marcar propiedades
y para traer suerte) y otros objetos para la biblioteca y la columnata de una
de sus residencias.
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