Fuente: abc.es
Jesús García
Calero/-caleroje
Un esqueleto
recostado con las armas a su diestra. Una espada de bronce, con
el mango de marfil repujado de oro. Y una daga también con la empuñadura de oro
además de una colección de armas junto a sus piernas y a sus pies. En el lado
izquierdo, un tesoro de joyas nunca
visto. Copas de oro apoyadas en su pecho y su vientre y un
colgante de oro junto al cuello. La cabeza estaba rodeada por mil cuentas de
amatista, jaspe, ágata y cornalina, y también de oro. Y copas de plata, cuencos
de bronce... Otra de las piezas más destacadas es un espejo. Pero lo más
impresionante son los anillos.
Cuatro anillos de oro, con piedras
historiadas y uno de los más grandes anillos de oro micénico jamás hallados: los orfebres que
lo hicieron dibujaron en su superficie cinco figuras femeninas en la orilla del
mar... Y la orilla del misterio. Porque este precioso hallazgo, realizado por
un equipo de la Universidad de
Cincinnati, es único por muchos motivos. Está junto a las
ruinas del palacio de Nestor, que
aparece en la Odisea, de Homero, cerca de Pilos, en la costa
suroccidental de Grecia. Un palacio que fue destruido por un incendio hacia 1.180 a. C.
Se trata de la tumba de un gran guerrero o tal vez de un aristócrata con
alto rango sacerdotal, habida cuenta de los rituales asociados
a su enterramiento. Incluso en útiles nimios como los cinco peines hallados en
la tumba, que pueden sugerir el ritual de peinado de la melena del guerrero antes del combate y,
por supuesto, la conexión nunca antes tan clara entre Micenas y Creta, que
muestran las escenas de los anillos de oro: toros minoicos, sacerdotisas,
rastros de un contacto a menudo hostil pero también íntima y espiritualmente
ligado.
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Un espejo de 3.500 años, junto al esqueleto del guerrero. Credit Department of Classics/University of Concinnati |
Porque los responsables de la excavación,
los arqueólogos Shari Stocker y Jack
Davis, van a relatar mañana en Atenas las conclusiones después
de analizar las piezas recientemente excavadas en la tumba que ellos denominan,
del «guerrero del grifo», por la figura de grifo hallada en un bastón que forma parte del riquísimo ajuar
funerario.
Ya es difícil hallar una tumba intacta de hace 3.500 años,
que no ha sido expoliada ni en tiempos antiguos ni modernos. Pero que además
sea tan singular como la de este guerrero es una suerte para los científicos
que han participado en este proyecto patrocinado por las autoridades griegas.
El esqueleto pertenece a un hombre adulto de treinta y tantos años.
La tumba es la más importante descubierta en la Grecia continental desde que en
1939 aparecieran las ruinas de Micenas. En total se han documentado más de dos mil objetos, con su contexto perfectamente
preservado para que los científicos extraigan toda la
información. Hay muchos años de trabajo por delante. Es una cápsula de tiempo,
o una ventana a los momentos previos a
la llamada edad oscura.
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Tauromaquia minoica en otro de los anillos. Credis Department of Classics/University of Cincinnati |
El hecho de que la mayor parte de los
objetos estén decorados con símbolos y motivos minoicos, procedentes de Creta,
ha obligado a los expertos a replantearse
todo lo que sabemos de las relaciones entre los micénicos y los cretenses,
con frecuentes incursiones y tomas de botín y rehenes, cuando no sacrificios,
según cuentan los relatos y los mitos.
Pero el deseo construye laberintos que
Dédalo no sabe, y está claro que los
anillos adornados con tauromaquias y sacerdotisas cretenses de pechos
descubierto eran objetos muy deseados más allá de la rapiña, de
su valor en oro: hay un evidente vínculo, según apuntan Stocker y Davis, más
alla del vasallaje y el comercio, una
identidad espiritual porque el Toro también es un símbolo lleno
de significado para los micénicos, lo mismo que las diosas.
Atletas saltando
sobre los cuernos del toro en piruetas imposibles, las figuras de
cornúpetas perfectamente definidas en su anatomía, con una pureza de líneas
increíble... Todas estas riquezas, importadas o saqueadas, fueron lo más
preciado que los deudos pusieron en la tumba del gran
guerrero del grifo, y esos anillos le convierten en un «señor
de los anillos» micénico. Nadie sabía que los artesanos de la época eran
capaces de manejar con tanta habilidad los duros materiales en los que se han tallado las
figuras, ni las múltiples láminas de oro unidas sobre las que se dibujaron los cuerpos
leves de las sacerdotisas, perfectamente conservados hoy.
Tal vez hablamos de una relación
imposible, que empezó por el saqueo y terminó por la inculturación, ya que Creta cayó en manos de los
micénicos poco después de la fecha de la que data esta tumba del guerrero del
grifo. Tal vez a la vez que se produjo la conquista, los micénicos entraron en un laberinto del
Minotauro del que ya no pudieron salir y asimilaron dioses, mitos y creencias...
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